Si están leyendo estas palabras
quiere decir que los agoreros que tomaron la página final de un calendario
milenario y lo convirtieron en la profecía apocalíptica por excelencia se equivocaban. La verdad es que me
alegro, he escuchado tonterías finalistas muchas veces y ésta me viene especialmente mal
por varias razones.
En primer lugar, creo que peor
de lo que estamos es muy difícil estar, me temo que esta crisis y el comportamiento a la
hora de afrontarla de políticos de ambos signos nos ha enseñado bastante y auguro cambios
en el horizonte, no les quepa duda. Ey, igual resulta que sí va a ser el fin del mundo para ciertos individuos especialistas en vivir del pueblo,
en lugar de para el pueblo. De momento Papagayo no va a tener hamacas.
Pero además del pavor que los que mandan
deben tener a este 2013, hay muchos motivos por los que no me molaría nada poner fin ahora a esta
aventura. Puede que no tengamos coches voladores ni estaciones espaciales donde
suene el Danubio Azul, vale que lo más parecido a la teletransportación que hemos inventado siguen
siendo esos viajes de avioneta temeraria que Don Binter nos factura a euro por
minuto, que ni un taxi, oiga, y puede que mi sueño de cortar jamón con un sable láser deba ser aplazado por
ahora, pero algunas otras cosas me siguen llenando de esperanza.
Insisto, que no estamos tan
mal. Vale que si pensábamos avanzar en la cura de ciertas enfermedades no será en España, donde investigar está mal visto, y puede que las próximas generaciones acaben
rezando antes de clase y maldiciendo el catalán, de momento la universidad
la verán sólo hijos de banqueros y algún otro ahorrador de dinero
escondido en el colchón, pero qué me dicen de Sálvame, quién necesita más universidad que ésa, y ésa la vemos todos. Lo comido
por lo servido.
Vale, sí, las cosas están regular. Si te pueden birlar
una paga entera de un soplido, si solicitar ayuda a un juez se convierte en artículo de lujo o si se cierran
plantas de hospitales como quien se deshace de ropa que ya no usa, pero a la
vez tenemos más
políticos
y senadores que Alemania, Francia o Inglaterra, igual las prioridades no están claras por ahí arriba.
Sin embargo no se engañen, todo esto no es más que por nuestro bien. Los
que gestionan esta crisis piensan en nosotros y quieren enseñarnos a cultivar lechugas en
las terrazas, el bello arte de plantar papas en las macetas y los beneficios de
automedicarnos con eucalipto y manzanilla, que no está el horno para comprar
medicinas. Quieren que aprendamos a gestionarnos mejor y, oigan, que a mi me
parece la mar de tierno que las familias vuelvan a unirse, ya que ningún joven en paro podrá pagarse un alquiler, todos de
vuelta a casa que es muy bonito y entrañable.
Por todo esto y mucho más creo que el 2013 va a ser un
gran año.
Además,
sin Mundial ni Eurocopa anestesiante igual nos da por armarla y dar la vuelta a
la tortilla, acabar de verdad con este mundo viciado y comenzar uno nuevo y,
por favor, distinto.
Así que desde este barril les
digo feliz año
del cambio, feliz primer año de un mundo mejor.