sábado, 6 de abril de 2013

La magia del cuento.



Existe la convicción ciega entre los escritores de ficción que por más que nos guste terminar una novela, ponerle la palabra FIN y compartir con el mundo un buen tocho de varios cientos de páginas, lo que afina la cuerda, lo que lubrica los engranajes y lo que mantiene el motor en marcha es el relato corto, el cuento.

Cabe distinguir entre relato corto o cuento, se puede hablar de extensión, de temática, de estructura, pero habitualmente son dos formas de nombrar al mismo milagro: el de ser capaz de contar una historia completa, interesante y comprensible, en sólo unas pocas páginas. Si hablamos de microcuentos de 200 a 500 palabras, de relato como tal a partir de seis mil, de novela corta rozando las cincuenta mil y de novela en toda regla a partir de ochenta mil, el relato corto o cuento breve es ese espacio que queda entre las mil y cinco mil, más o menos, entre dos y seis páginas de nuestro editor de texto, como mucho. Ese es el marco de que disponemos para contar un inicio, desarrollar un nudo y darle un desenlace.

Y es una mágia extraña, desde luego. Hay autores que son expertos en sintetizar, en planificar y ordenar la narración y los hechos en ese espacio de manera que no le sobre nada, qué envidia les tengo. Yo soy incapaz de hacerlo de forma natural, siempre tiendo a pasarme y verme obligado a recortar, caray, disfruto más dando rienda suelta a los personajes y la situación sin tener que contar las palabras tras cada párrafo.
Sin embargo reconozco la liberación que supone contar una buena historia en pocas páginas. Me ha pasado pocas veces, lo reconozco, no me considero buen relatista, pero sí que aprecio el valor del relato como ejercicio, como acercamiento o como medio de exploración dentro de lo que conocemos como el oficio de ser escritor.

Porque ser escritor es un oficio, no cabe duda, uno que requiere unas condiciones especiales de trabajo, de inspiración, de herramientas, de tiempo y, a ser posible, de talento. De todos estos sólo los tres primeros podemos entrenarlos y el relato es, nadie lo negará, la mejor manera de hacerlo.

Ahora que tenemos en marcha el I Concurso de Relatos de Playa Blanca, me parece el mejor momento para animarles a todos a escribir un buen cuento que llame la atención del jurado. Como decía Stephen King, la mejor manera de convertirse en escritor es escribir, y éste sí que sabe lo suyo acerca del relato corto, largo y de todo tipo. También es un firme defensor de la lectura como autopista hacia la escritura, así que yo también se lo recomiendo: lean a Poe, a Cortázar, lean a Rodari, a Bécquer, conozcan las obras de los maestros del cuento breve y den rienda suelta a su imaginación. No saldrá, si no se intenta.

Yo les dejo, tengo que terminar un nuevo cuento de suspense que me tiene algo atascado. ¡Espero sus relatos para el concurso!

No hay comentarios:

Publicar un comentario