Termina
otro agosto de calor y de cuenta atrás pero nace un septiembre
prometedor que, como cada año, sirve de pistoletazo de salida a un
montón de proyectos y a un otoño ilusionante. Septiembre es el mes
de renovar el vestuario, de tomar decisiones, de cambiar los hábitos
perezosos del verano y de ponerse las pilas. Es el mes en el que
cambia la parrilla televisiva, en el que los ministros saltan de una
cartera a otra -o a ninguna, menos mal- y el de engancharse a una
nueva liga, con la misma seguridad de que este año sí.
Y
también empieza un nuevo curso escolar en Playa Blanca. Uno en el
que nuestros estudiantes de secundaria seguirán levantándose casi
de noche para llegar a su instituto a tiempo y en el que nuestros
niños y niñas de primaria seguirán hacinados en un cole que se
quedó chico hace tiempo.
Es
curioso lo que sucede en el CEIP Playa Blanca, un colegio en el que
de un curso para otro cambian más los profesores que los niños. Uno
de los centros más deficitarios y al mismo tiempo de los de alumnado
más numeroso. Pero a la vez, sin duda, el mejor en el que haya
trabajado, en el que más ganas le echamos entre todos para salir
adelante.
Y
este curso promete. Prometemos, cuando menos, trabajo. Una directiva
completamente renovada respecto a los últimos años y una plantilla
de profesores que mezcla experiencia con la ilusión del recién
llegado, prometemos sacar lo mejor del que sin duda es el alumnado
más afortunado de la isla. Porque nuestros chicos y chicas son más
que en ningún otro sitio, conviven en plena integración con
infinidad de nacionalidades distintas y con la riqueza que otorga la
variedad de procedencias, de costumbres y de peculiaridades.
Son
chavales que se saben desenvolver en un centro de tres décadas
adaptándose a barracones de plástico, a patios despellejados por el
calor, a verjas caídas y a la falta de espacios y de profesorado,
especialmente de apoyo. Alumnos acostumbrados a trabajar a diario en
un cole masificado y sobreexplotado, muy lejos de los más modernos y
privilegiados de la isla.
Un
centro donde los recortes y la falta de atención de las
administraciones resultan crueles obstáculos que tendremos, otro año
más, que superar, pero que no nos frenarán. Un centro que cuenta ya
con comedor, con transporte y, por fin, con un AMPA con intención de
comenzar proyectos.
Pero
la normativa es a menudo férrea y las posibilidades de un cole de
nuestras características, escasas. Antes de poner el punto final les
pido comprensión, padres y madres de Infantil, porque la etapa de 3
a 5 años no es obligatoria y por lo tanto no está en nuestra mano
garantizar a los peques los servicios que la Consejería sí da a los
mayores. Qué más quisiéramos, estamos en ello.
Y
sin más, un ruego y un empujoncito. El ruego es que consigan que
nuestros niños y niñas hagan los deberes, trabajen y sigan leyendo
en casa. El empujón es para que den, junto a nosotros, un golpe en
la mesa y consigamos que se termine y abra la guardería municipal
atascada en la cancha trasera y que nos caiga del cielo un centro
nuevo que integre infantil, primaria y secundaria cerquita del
pueblo, no en Mácher. ¿Imposibles? No, solamente improbables.
Feliz
curso 2013/14 a todos.