
Los
jóvenes no leen. ¡Ja! Me río yo de quien afirma
esto. Qué equivocados estamos
por no avanzar al mismo tiempo que ellos. Porque la verdad es que un joven
medio de hoy, poco aficionado a la literatura, lee varias veces más al día que el mismo
joven, no muy amigo de los libros, hace quince años. Lo que puede que suceda, tal vez, es que no lo haga de
la manera que esperásemos
o deseásemos que lo
hiciera.
Un
niño o una niña lee hoy sin cesar
entre mensajes de texto, chats, las páginas
de Internet y los videojuegos. Quizá
no lea a Delibes, no conozca la poesía
de Alberti y Verne le suene por las mil y una adaptaciones de cine, pero leer,
lee. La base ya está.
Nuestra misión
como adultos es conseguir que esos mensajes y esos chats estén lo mejor escritos
posible, con sus tildes y sus haches intercaladas, que las páginas que visita sean adecuadas,
formativas y aún mejor, creativas, y que sus videojuegos no se centren sólo en
disparar balas sino que le hagan pensar.
La literatura hoy es un arte que, junto a otros, crece y florece en las
redes, el cine, las aplicaciones e Internet.
Encontrar
la manera de que los niños
y niñas de hoy adoren la
literatura es muy distinto de obligarles a consumirla. La literatura juvenil e
infantil es algo vivo, no se detiene en Dickens, ni Twain, ni Stevenson, raros
extraterrestres para un crío
del XXI, sino que disfruta del auge de la fantasía, de la novela de aventuras y hasta de la de suspense
pensada para ellos. Desde Rowlling y su niño
mago hasta Meyer y su telenovela vampírica,
el éxito de Canciones para Paula o las
revisitaciones de clásicos
como Tolkien o Poe, encuentran su cuna en la difusión y promoción de estas obras a
través de la red y de su
adaptación al cine y a los
videojuegos.
Saben
que mi vida discurre entre libros, pizarras y aviones, y les aseguro que mis
alumnos y alumnas leen. Conocen mi nombre porque lo vieron en Internet, el
titulo de mis novelas mejor que mis propios amigos y hasta saben de qué tratan y me los
piden. Hace dos cursos propuse un trabajo con el que les mostré que sus ídolos del cine
Disney venían
todos de las páginas
de un libro. Les sorprendería
saber cuántos me pidieron
esas novelas para leerlas después.
Letras,
chips y gominolas. Los jóvenes
de hoy leen, nuestro aporte puede ser ayudar a que lean mejor. Y la Navidad es
una buena época
para intentarlo. Desde este cajón
que me presta Yaiza te Informa,
trataré cada mes de sugerir
nuevas propuestas. Confío
en no aburrirles. Feliz 2012 a todos.