
Yo no me
dedico a escribir por vocación ni por ánimo de lucro. No creo tener lo primero
y si confiara en lo segundo hace tiempo que habría guardado los bolígrafos para
dedicarme a otra cosa. Sin embargo tengo, entre otros defectos, el de no ser
capaz de controlar mi imaginación y necesitar plasmar en papel las historias
que se me ocurren.
Viene
esto a cuento porque en algunos eventos a los que he asistido y en más de una
reunión de juntaletras, ha acabado saliendo por algún lado la cuestión de si es
procedente diferenciar el Arte de escribir del Oficio de escribir. Y no deja de ser curioso que en la gran mayoría de las presentaciones una pregunta que
nunca falta es si económicamente se puede vivir de la literatura. Bien, el tema
interesa, hay amigos y amigas a los que les gusta escribir y que quieren saber
a qué tendrían que enfrentarse. Pues veamos.
Para
empezar, ¿para qué escribes? Es una cuestión importante porque si escribes para
contar historias, para transmitir un sentimiento o compartir cierta emoción con
tus allegados y seres queridos quizá no necesites entrar en el peliagudo
círculo de editoriales, distribuidores y librerías. Hay mecanismos, tanto
físicos como digitales que hoy nos permiten hacerlo. Pero ¿y si tu deseo es que
esa creación literaria, artística, llegue lo más lejos posible? Aquí está la
entrada del laberinto.
A menudo
solemos asociar la frontera entre arte y oficio con la separación entre las dos
visiones anteriores. Cuando se escribe por placer, por la ilusión de contar
algo, el esfuerzo se encamina al cien por cien hacia la belleza, la calidad
estética y narrativa, que se alcanzará en un grado u otro dependiendo de la
pericia de quien escriba. En el hecho de ser leído estará el éxito, y con éste
el placer y el goce.
Pero
cuando junto al cuidado estético viaja la presión por ser aceptado, por
alcanzar al gran público y por ser lo suficientemente rentable como para
disponer de una siguiente oportunidad de publicación, ¿disfruta el autor del
mismo modo?
Son muy
pocos los capaces de aunar el talento artístico con el oficio necesario para
resultar rentable en este mundo de mercadeo, y creo que podría decir lo mismo
de todas las artes plásticas. Personalmente valoro tanto el goce por escribir
lo que uno quiera que animaría a todos los que sientan como yo a no obcecarse
con alcanzar la publicación a cualquier precio sino que disfruten de las
herramientas que la red y otros medios nos ofrecen para compartir nuestros
sueños, ideas y sensaciones.
Y bueno,
por qué no intentarlo. Encontrar el equilibrio suficiente entre Arte y Oficio
no permitirá, en casi ningún caso, vivir de las letras, pero si se está
dispuesto a afrontar la crítica y el rechazo puede que antes o después el éxito
también asome la patita. Y ahí seguimos.